DÍAS DE SANTIAGO: El ciclo de violencia interminable en la Lima de los 2000s
¿Qué hace que una película sea un clásico del cine peruano?

¿Podemos hablar realmente de una “industria cinematográfica” en el Perú?
A inicios de año tuve la oportunidad de asistir a una proyección especial de Días de Santiago en el Centro Cultural PUCP. Podría haberla visto en YouTube desde la comodidad de mi casa, pero esta función tenía algo especial: la película iba a proyectarse en 35mm, en su formato original de celuloide, como un verdadero clásico.

La experiencia en el Centro Cultural PUCP
Esta proyección formó parte de una iniciativa organizada por el Centro Cultural PUCP, la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (APRECI) y Cine Encuentro, la plataforma más grande de noticias sobre cine peruano. Se llevó a cabo en el marco de los 20 años de Cine Encuentro, que comenzó como un blog y hoy es un referente del cine nacional.
Semanas antes, se realizó una primera función con la misma característica de proyección en 35mm, pero además con un conversatorio donde participaron el director Josué Méndez, una crítica de cine y un distribuidor de cine peruano. La noticia se viralizó y el evento se llenó completamente.

Lamentablemente, al llegar nos encontramos con una fila enorme y sin posibilidad de entrar. Pero lo más importante era que la sala estuviera llena, que el interés por el cine peruano fuera mayor de lo que imaginábamos.
Debido a la alta demanda, se programó una segunda función. Esta vez, sin conversatorio, pero con la misma proyección en 35mm. Ahora sí, llegamos temprano, conseguimos un buen asiento y disfrutamos de la experiencia completa, canchita en mano, como en un cine regular.
La infraestructura del Centro Cultural PUCP es perfecta para este tipo de eventos. No solo promueve el cine, sino también el arte en todas sus formas: teatro, exposiciones, charlas, clases maestras, bibliotecas, galerías… Un verdadero espacio cultural que sigue apostando por el cine nacional.
Sobre la película: Días de Santiago
Desde el primer minuto, Días de Santiago te impacta. Hay algo que nos choca de inmediato: el choque de épocas. La Lima del 2004 que retrata Josué Méndez es hostil, agresiva, sin piedad para el limeño de a pie que intenta salir adelante. Es una ciudad que te consume, que te recuerda constantemente que eres parte de un ecosistema en el que tú eres la presa y Lima el depredador. Y lo más impactante de este choque cultural es que, dos décadas después, muchas cosas en Lima siguen igual… y otras, están incluso peor.
No es casual que muchos la comparen con Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese. Ambas películas nos presentan a un excombatiente que regresa a su ciudad para encontrarse con una sociedad enferma y decadente. En Taxi Driver, Travis Bickle cree que puede “sanar” Nueva York con violencia. Pero en Días de Santiago, el conflicto es más complejo: el verdadero enemigo de Santiago no es la ciudad ni el Estado, sino su propia familia.

Sin entrar en spoilers, la película nos muestra a Santiago atrapado en un ciclo de violencia que parece inquebrantable. Su familia lo condicionó a la agresión, su tiempo en el ejército le dio un propósito basado en la violencia, y ahora, de regreso en Lima, ese mismo instinto lo aleja de todo: su esposa lo expulsa de su hogar, no consigue trabajo ni préstamos bancarios, sus compañeras de estudio lo ven con curiosidad primero, con miedo después. Su violencia, en vez de protegerlo, lo aísla.
En su casa, las cosas no son diferentes. Un padre machista, que maltrata a su madre y a todas las mujeres de la familia. Santiago se convierte en el reflejo de su entorno. Es un hombre que ya no tiene misión ni propósito en la vida, y cuando un hombre pierde su propósito, la violencia se vuelve su único lenguaje.
Ideas finales:
Días de Santiago es un retrato brutal y honesto de la realidad de muchos exmilitares y ciudadanos en Perú. No hay filtros, no hay suavización de la verdad. La película nos muestra la crudeza de la vida después de la guerra, la pérdida del rumbo y el peligro de quedar atrapado en un ciclo de violencia.
Es una obra que sigue resonando hoy, especialmente en un momento en el que el cine peruano enfrenta riesgos de censura. Las historias auténticas, nacidas de las experiencias reales de sus autores, no deben ser limitadas ni silenciadas. El cine peruano tiene que seguir contando sus historias sin miedo. Y nuestra labor es apoyarlo.
Si tienes la oportunidad de ver Días de Santiago, ya sea en una pantalla grande o en casa, hazlo. Porque películas como esta son necesarias. Porque el cine peruano necesita ser visto.
