Reseña ‘Amores Perros’

"Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes"

Amores Perros es una película mexicana del año 2000 dirigida por Alejandro González Iñárritu y escrita junto al guionista Guillermo Arriaga Jordán, uno de sus colaboradores más frecuentes al inicio de su carrera en el cine.

La cinta está protagonizada por un joven Gael García Bernal, en el papel que lo catapultó como uno de los íconos del cine mexicano contemporáneo.

Además, este filme marcó el debut como director de Iñárritu, quien desde entonces inició una prolífica carrera como cineasta que lo ha consolidado como una de las voces más influyentes del cine internacional.

Interpretación del título

El título Amores Perros es tan crudo como provocador. ¿Qué significa exactamente? Puede leerse desde varios ángulos. Por un lado, evoca la metáfora de “una vida de perro”, usada para describir una existencia miserable o sufrida. Bajo esa misma lógica, hablamos aquí de amores perros como amores que duelen, que destruyen, que degradan.

Por otro lado, también se establece una comparación entre el amor humano y el amor instintivo de los perros. Mientras los humanos solemos idealizar el amor bajo promesas, compromisos o vínculos emocionales, en el caso de los perros el impulso es físico, casi mecánico: no es amor, es deseo condicionado por el instinto.

Así, el título parece invitarnos a cuestionar: ¿Cuánto de nuestro amor es realmente emocional y cuánto es pura conveniencia, carencia o impulso? Amores Perros es, en ese sentido, un espejo: no del amor romántico, sino del amor crudo, físico, doloroso y, a veces, destructivo.

Amores Perros es, sin duda, un clásico del cine latinoamericano.

En muchas escuelas y facultades de cine es de visionado obligatorio, como parte del estudio de la famosa “trilogía” de Iñárritu, Cuarón y Del Toro, emblemas del cine mexicano contemporáneo.

¿Qué hace de esta película un clásico? Su retrato brutal y honesto de la desigualdad, la violencia urbana y la condición humana. A través de tres historias entrelazadas por un accidente de auto, Iñárritu nos presenta distintas caras de la desesperación y del amor en sus formas más disfuncionales.

La primera historia muestra un amor imposible, una ilusión alimentada por el deseo, pero condenada desde el inicio. La segunda explora lo que ocurre cuando ese amor «prohibido» parece realizarse… solo para desmoronarse rápidamente, revelando que detrás de la pasión, no había más que egoísmo y vacío. Y la tercera historia, quizá la más amarga, habla de redención y arrepentimiento: de un hombre que mira hacia atrás y comprende, demasiado tarde, que ya no puede cambiar lo que fue.

En todas estas historias, los perros no son solo elementos simbólicos: son extensiones del alma de los personajes. Reflejan su dolor, su abandono, su infidelidad, su rabia. La figura del perro aparece como metáfora constante: a veces como víctima, otras como espejo, y al final, como catalizador de transformación.

No es casualidad que muchos consideren Amores Perros la Pulp Fiction mexicana, por su estructura fragmentada y la manera en que distintas vidas se cruzan por accidente. Pero aquí no hay glamour ni redención clara, solo heridas abiertas.

LA YAPA

¿Sabías que Amores Perros fue la primera película mexicana nominada al Oscar en el nuevo milenio? Lo fue como Mejor Película Extranjera. 

Y un dato adicional: Guillermo del Toro tuvo un papel clave en la edición final. Tras ver el primer corte —mucho más largo—, dijo: “Esto se cae”. Fue él quien ayudó a recortar y pulir la versión definitiva, la misma que hoy es considerada una obra maestra del cine mundial.

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